Los hospitales y laboratorios se enfrentan cada vez a más desafíos en cuanto al manejo del flujo de trabajo y a las necesidades de los pacientes. Los sistemas de atención médica enfrentan costos impactantes debido a la cantidad creciente de infecciones nuevas, lo que conduce a exigir que se tomen medidas en la forma en que evaluamos la salud de las mujeres y las infecciones de transmisión sexual (ITS).
La oferta de pruebas para las infecciones de transmisión sexual de BD se centra en proporcionar resultados precisos y confiables que permitan a los médicos mejorar la atención de los pacientes. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (Centers for Disease Control and Prevention, CDC) estiman que cada año ocurren 21,2 millones de casos de vaginosis bacteriana (VB) y 2,3 millones de casos de tricomoniasis.1 Además, los CDC estiman que casi el 75 % de todas las mujeres adultas han tenido una infección fúngica al menos una vez en sus vidas.2
Las pruebas de vaginitis siempre han incluido una serie de pruebas de laboratorio manuales y que llevan mucho tiempo, incluidas la observación del flujo, cultivo y tinción de Gram. Cada prueba tiene sus desafíos relacionados con la sensibilidad y especificidad baja, la dependencia de la técnica del operador y la subjetividad del técnico de laboratorio al informar los resultados.